La segunda edición del Festival de Invierno de Canción Tradicional de Cambrils (1991) rindió homenaje a Joaquín Díaz, «por su labor en el ámbito de la etnografía y el folklore, que ha abierto caminos y desbrozado senderos a quienes tras él los han recorrido».
Fruto de este evento fue la edición de un libro («Homenaje a Joaquín Díaz«, coordinado por Ramón García Mateos), en el que colaboraron Avelino Hernández, Ignacio Sanz, José Delfín Val, Modesto Martín Cebrián, Félix Pérez y José A. Ortega (Candeal), Luis Vicente Elías, Mª Luisa García Sánchez, Manuel Fuentes Vázquez, Luis Díaz Viana, Agustín Tomás Ferrer-Sanjuán, Salvador Rebés, Montserrat Corretger Sáez, Ramón Oteo y el propio Ramón García Mateos.
El libro se abre con la reproducción facsimilar de la adhesión de Miguel Delibes a este homenaje:
«Me adhiero de cabeza y corazón al homenaje que van a rendir ustedes a mi paisano Joaquín Díaz ya que Joaquín no sólo es un investigador agudo de nuestro folclor, un erudito, un músico y un escritor -todo ello de primera fila- sino un interlocutor inteligente y un hombre sensible, caballeroso y modesto. Le saluda cordialmente: Miguel Delibes» (Valladolid, 11 de febrero de 1991).
Ramón García Mateos, coordinador de la obra, escribió uno de los artículos que la integran, «Tres poemas de Joaquín Díaz«, que reproduzco a continuación:
Uno recuerda ahora, con la distancia de los años -no muchos, es cierto, pero suficientes para ofrecer distintas perspectivas-, desde el amor y la nostalgia algunas vivencias pasadas; sobre todo aquellas que emprendimos cuando aún estábamos convencidos de que con un punto de apoyo podríamos mover el mundo. Una de ellas es, sin duda, Et Cetera, aquella revista universitaria que hicimos sobrevivir -un grupo de amigos que nos autodenominamos «Colectivo» y que compartimos anhelos y esperanzas- a lo largo de cinco años en una andadura hermosa y plena de experiencias que, en buena medida, hicieron de nosotros lo que hoy somos, más allá de diarias ocupaciones y quehaceres cotidianos.
Unido al nombre de aquella publicación, joven y rebelde, está también -para mí- el nombre de Joaquín Díaz. Fue en el último número de Et Cetera -cuando andábamos ya volteando el último recodo del camino en nuestra experiencia como estudiantes universitarios-, aquel número en el que, a manera de presagio de su fallecimiento, transformamos en negro luctuoso el tradicional fondo blanco de la portada. Allí compartía Joaquín las primeras páginas de la revista, aquellas que aparecían bajo el epígrafe de «Firmas invitadas», con Camilo José Cela, el gran don Camilo; Narcís Comadira, exquisito poeta en lengua catalana; Joaquín Carbonell, de quien por vez primera se publicaban sus poemas; y Luis Díaz Viana, que andaba entonces por tierras de la América del Norte. Pero no nos ofrecía Joaquín un artículo sobre folklore, sabio como todos los suyos, ni tampoco algún romance recopilado por su mano; eran tres poemas emocionados que nos lo acercaban desde otra perspectiva distinta: metido también en el noble oficio de hacer versos.
No sé si con anterioridad habría publicado otros poemas, ni si lo ha hecho después -yo solamente he leído aquellos tres-, mas si sé la emoción que produjeron en mí. La magia de la palabra poética hacía que Joaquín Díaz -su voz clara y limpia también en versos del corazón- alcanzase, a mis ojos, una nueva dimensión: había un motivo más para mi cariño y mi admiración hacia Joaquín: Entonces, primavera de 1985, andaba yo detrás de mi primer libro de poemas.
Hoy quisiera, como un testimonio más de este homenaje, dejar aquí aquellos sus poemas. Con el mismo amor con que los leí por vez primera.
I
Estoy esperando a la muerte
con los ojos abiertos,
con el ánimo triste y suspendido
-como mártir que mira a su vérdugo y le perdona-,
con las manos vacías
firmes y temblorosas,
con la boca entreabierta
por temor a escuchar
mi propia voz después que todo pase;
con un leve dolor por lo que dejo
y la emoción de quien emprende viaje.
Estoy esperando a una muerte
que juega con mis ansias
y se acerca y se aleja satisfecha
al comprobar que siempre asusta en el peor momento;
cuando, ajeno al destino,
olvidado de todo,
escucho a mis sentidos
entonar sus placenteros cantos
y yo acepto el engaño, dulcemente
seducido por el feliz retraso.
(Valladolid, octubre de 1977)
II
Parte un hombre que al partir
deja todo cuanto tiene
pues, ni en su viaje conviene
pasado ni porvenir,
ni menos le ha de servir
lo que el presente atesora,
que, cuando llega la hora,
se presenta la ocasión
de saber que su emoción
no justifica demora.
(San Pedro de Cardeña, mayo de 1982)
III
Fue en aquella despedida
(¿te acuerdas?)
cuando mis ojos lloraron hacia dentro
mientras mis dedos,
rodeando tu brazo
delgado y perfecto,
intentaban abarcar tu corazón.
Fue en aquella despedida
-breve, inexpresiva, inútil-
cuando noté que me costaba sostener tu mirada
siempre dulce,
acaso sorprendida
y un poco triste,
cuya incertidumbre me dolía.
Fue en aquella despedida
-noche y tren, como en mis sueños-
cuando supe que las palabras
sirven pero no valen:
¿Cómo expresar en sonidos
la sensación de que la muerte
había vuelto a robar en mi casa?
(Almansa, agosto de 1983)
Hola David y todos los que seguís esta obra magna:
Este libro lo tengo desde hace la intemerata y de hecho lo tenía por duplicado. El otro ejemplar se lo regalé he unos años a muestro gran amigo Eduardo Romero Mey, por lo que agradezco a Nuestro portavoz oficial David Muñoz que haga esta referencia. Aunque yo no estuve en Cambrils, me ha recordado unos tiempos en los que yo era feliz por leer todos los comentarios publicados allí de personas tan importantes, que me hacían sentir la importancia y el privilegio de ser amigo de Joaquín.
Gracias David y Joaquín por traerme estos alegres recuerdos en momentos tan amargos, oscuros y tristes por los que estoy pasando en la actualidad.
Vuestro amigo de verdad Julio García Pacheco.
Gracias a tí, Julio. ¡Ánimo y suerte!
Hola soy nueva en este blog. Me han emocinado sobremanera los poemas de Joaquín. Gracias a Joaquín, como siempre, y a ti David, por este blog maravilloso que no deja de ser un homenaje a Joaquín en sí mismo. Disfruto mucho con él. Ánimo y gracias de nuevo.
Gracias Henar por tus palabras!