Fiel al «más vale tarde que nunca» tomamos prestada de la web de la Fundación Joaquín Díaz información sobre la exposición «El juego de la vida» de Pedro Reyes, que puede visitarse hasta el próximo 24 de mayo en el Centro de Arte Caja de Burgos (Burgos):
Los juegos de casillas parecidos al de la Oca pertenecen a ese tipo de diversiones que son una metáfora de la vida en sociedad y de la comunicación a través de relatos: tienen un principio y un fin, están presentes los animales y la naturaleza, son frecuentes los obstáculos (peligro de no poder movernos, suerte o desgracia) y sobre todo representan el viaje laberíntico de la existencia con sus variantes imprevisibles.
La antigüedad de juegos similares está muy documentada y, hasta que aparecen algunos tableros en Italia en el siglo XVI que difunden el nombre actual de la Oca, muchos escritos parecen asimilar los juegos de este tipo al Camino de Santiago, a los Templarios y a otras fuentes esotéricas como el Tarot, pero también a divertimentos como la lotería (recordemos el auca del sol y de la luna) o los tableros franceses e italianos del mochuelo. “Auca” es palabra que designa en catalán a la oca y a la lechuza u “oliba” (así llamada porque decían que robaba el aceite de las lámparas de las iglesias), pero también a los pliegos de aleluyas, comienzo de las loterías y juegos de la oca en España y América.
Basado aparentemente en la suerte de dos dados, el juego pretendía ser un remedo del propio camino de la vida y sus obstáculos, representados por 63 casillas cuyo número no era arbitrario. Las teorías Hipocráticas, que tuvieron muchos seguidores, dividían la existencia del ser humano en el mundo en nueve períodos de siete años cada uno. En esos períodos se iban produciendo determinados hechos (dentición, pubertad, madurez, crisis) que en el juego quedaban representados por diversas figuras (generalmente las mismas en todos los países donde el juego se difundió) que retrasaban, entorpecían o favorecían el recorrido. La llegada al número final suponía un éxito y una combinación de habilidad y suerte. Hasta llegar al modelo actual, sin embargo, el juego tomó elementos de diferentes fórmulas que le aportaron caracteres diversos.
Basado en la idea de la vida como juego y como recorrido, el artista mexicano Pedro Reyes (pincha aquí para acceder a su web) ha preparado una exposición en el Centro de Arte de Burgos CAB. Reyes ha convertido la sala del museo en un espacio de juego. Una estructura en espiral a manera de un gran tablero recuerda al Juego de la Oca, con 63 casillas o viñetas para las que Joaquín Díaz ha grabado 63 canciones que se pueden escuchar en un doble vinilo editado por el CAB que se puede adquirir en el Museo.
Transcribimos literalmente lo publicado en «El Correo de Burgos» el pasado 14 de febrero de 2015 al respecto de la exposición:
Bailan los dados en el aire. Casilla 3. ¡A contar! ¿Cuándo fue la última vez que te cortaron el cabello? Avanza en función del número de meses que hayan pasado desde el último corte. Casilla 9. Ponte la nariz de Pinocho y di una mentira con naturalidad. ¡A tirar los dados de nuevo! 15. ¿Momento de madurar? Permanece joven y retrocede dos espacios o madura antes de tiempo y avanza cuatro espacios. 13. Tu primer baile. Baila lentamente con otro jugador. ¡Dados! 22. Vive el presente. ¡Olvida los siguientes cinco años y avanza hasta la 27! 27. ¿Buscas empleo? Enumera tres de tus aptitudes y avanza tres casillas. 30. Has logrado mucho y debes sentirte orgulloso. Mereces el amor y todo lo bueno que te acompaña.
¡Dados! 38 ¿Aún no has tenido hijos? ¡Empieza la presión! ¡Dados! 44 La vida es un poema. Escoge un libro y selecciona un verso al azar. ¡Esos dados! 51 Vete al espejo. Nunca te habías visto mejor: avanza tres casillas. 54 Explora: Dicen que los 54 son los nuevos 45. ¿Hay algo que te gustaría aprender, explorar o probar? ¡Dados! META ¡Ganaste! ¡Felicidades! Como premio, los demás jugadores estrecharán tu mano y te dirán ¡enhorabuena!
Pedro Reyes (Ciudad de México, 1972) se empeña en que la vida, ¿o el arte?, es un juego e invita al público a decir tururú a la solemnidad del arte contemporáneo y tirar los dados en un gigante juego de la oca que invita a reflexionar, a bucear en la memoria, a actualizar los recuerdos, a espantar los temores, a bailar las alegrías…
Sesenta y tres casillas que trazan la vida de una persona desde su nacimiento y que van acompañadas de una canción del folclore universal rescatadas por el Premio Castilla y León de Humanidades Joaquín Díaz.
Reyes y Díaz son familia. Sus bisabuelos eran hermanos, pero la Guerra Civil llevó al exilio a una de las ramas. El contacto ha sido permanente. El niño Pedro creció escuchando las canciones de su pariente español y cuando hace unos años lo visitó en Urueña se quedó asombrado de la labor que llevaba a cabo allí. Del museo de instrumentos nació su proyecto Disarm, que convirtió armas en instrumentos de música, y de la colección de juegos de la oca, El juego de la vida, una propuesta creada expresamente para el Centro de Arte Caja de Burgos (CAB), donde permanecerá hasta el 24 de mayo.
«Más que la sangre nos vincula una forma de trabajar, una trayectoria artística que busca cierta repercusión en la sociedad, con un mensaje que pretendemos que sea positivo», observa Joaquín Díaz, quien cree más necesarios que nunca estos estímulos en una «sociedad un poco pasiva», a la que despertará el sonido de los dados.
Las noticias sobre la exposición se reactivaron como consecuencia del recital protagonizado por «Los Músicos de Urueña» el pasado 7 de mayo, enmarcado en el ciclo Sonoridades que la Fundación Caja de Burgos dedica cada primavera a músicas enraizadas en la cultura de diversas partes del mundo.
Esta propuesta musical, presentada por Joaquín Díaz, está formada por canciones y romances tradicionales escondidos en las casillas del gran tablero de la Oca que emula El juego de la vida, la exposición del mexicano Pedro Reyes en el CAB. En ella, cada casilla encierra una canción, una adivinanza o un relato corto que remite a alguno de los muchos significados que encierra este juego centenario.
Los Músicos de Urueña, Luis Delgado y César Carazo, junto con Jaime Muñoz a las flautas y Cuco Pérez al acordeón, llevaron a escena una selección de este cuidado y seleccionado repertorio musical. Les vemos en acción en la siguiente foto: