Nueva entrega de la colección de comentarios que el propio Joaquín Díaz está realizando, en exclusiva para nuestro blog, sobre todos sus trabajos discográficos. Ha llegado el turno a “Del llano y la montaña” (1976).
Aunque el título del disco no era tan difícil de comprender (canciones de la meseta y de la montaña) casi nunca lo he visto bien escrito, prefiriéndose por lo general el título “Del llano a la montaña”.
Lo que trataba de ofrecer en esta grabación eran canciones recogidas de primera mano en ambos ámbitos, es decir a lo largo de diferentes años y en viajes que había hecho por el medio rural de las provincias de Valladolid, Palencia y Santander. Para acentuar aún más el carácter rústico de los temas, usé solamente dos instrumentos a los que había dedicado ya un poco de atención en los recitales que había dado hasta ese momento.
Precisamente acababa de retirarme de las actuaciones en público y me pareció que esa parte de repertorio que había utilizado en los recitales podría quedar así plasmada para el incierto futuro que se me presentaba: cuando comuniqué a la casa de discos que no haría más música en directo se echaron las manos a la cabeza. Para ellos, el hecho de vender discos estaba unido al contacto con el público y la retirada de los escenarios parecía una hecatombe porque me iba a alejar de los posibles compradores…Bueno, no necesito decir que las ventas no bajaron sino que aumentaron, porque la persona que no podía verme en un teatro se conformaba con escucharme en un tocadiscos. Gracias por esa confianza y por no haber desfallecido en el peor momento.
José Delfín Val, periodista con quien había realizado muchas de las recopilaciones de campo en los años previos, me sacó unas fotografías muy bonitas en la finca de Viana de Cega, que fueron las que aparecieron en portada, contraportada e interior del disco.
Respecto a las canciones, como he dicho antes, respondían a una parte importante del repertorio que había transmitido a través de las actuaciones en directo o por televisión, con un especial énfasis en las letras y un acento particular en los instrumentos: un rabel construído por Francisco Sobaler y una Zanfona reconstruida por Amadeo Goyanes para Faustino Santalices que el abogado gallego no llegó nunca a usar.
Joaquín Díaz (Febrero 2013)