ANTONIO GARCÍA RAYO ENTREVISTA A JOAQUÍN DÍAZ (MARZO 2024)

Publicamos hoy la entrevista que Antonio García Rayo realizó a Joaquín Díaz el pasado 11 de marzo de 2024, aprovechando para recomendar la visita de su fantástico blog de cine (pincha aquí para acceder). La transcribimos textualmente a partir de este momento.

La entrevista se desarrolla de una manera coloquial, con esa frescura que consiente la amistad y la confianza del entrevistado y el entrevistador. Joaquín habla acoplando palabras y frases en párrafos que, a su vez, se empalman con otras expresiones que para lograr que se conviertan en un lenguaje legible en el género de la entrevista coloquial, debo roturarlas y allanarlas. Así que dejo que sus confidencias se muestren como las enuncia, en idéntica pronunciación y extensión a como las va vocalizando, prescindiendo de signos de puntuación (cuando no sean necesarios) o de corrección expresiva y textual de la frase. Disculpen mi atrevimiento. Y disculpa tú, Joaquín, este denuedo por mi parte.

– Empiezo a voz de pronto curioseándole por algo que personalmente me abruma como cumplidor de una edad similar (75 años) a la suya (77), en la que tantas veces me vengo preguntando qué cosas pude hacer que no hice…

– Mala suerte (le digo), escasa sensibilidad por los lugareños de la política y desazón por ver desaparecer recuerdos de nuestra historia, de la civilización peninsular y de las islas. España está a rebosar de historia de ladrillos y piedras que encierran mobiliarios, ropas, aparejos y librerías, entre mil enseres y pertenencias que vivieron más que sus dueños, a la espera de investigadores y exploradores que los rescaten de su mala fortuna. ¡Bastantes monasterios, lienzos, pilares de catedrales e iglesias se llevaron ya, vendidos por cuatro reales, los ojeadores de ricachones como Charles Foster Kane (en realidad, William Randolph Hearst), enriquecidos con el petróleo y los negocios de las primeras guerras mundiales! ¿Joaquín, y como músico: qué se te quedó por hacer en el camino de tu vida?, le pregunto.

– O sea, que te sientes menos frustrado en este aspecto…

– Pero Cubiles triunfó…

– Me has dicho que lo tienes aquí, en el Museo.

– No estudiaste piano, pero sí te amoldaste a la guitarra, y con ella y con tu voz y tus canciones nos has enamorado y atraído hacia la Música Tradicional, hacia las coplas y letrillas con que se divertían y bailaban nuestros abuelos y tatarabuelas, una época en la que no había radio, ni música grabada, ni Spotify, ni teléfonos móviles, pero sí flautas, guitarras, violines, tambores y triángulos, y cuando faltaban éstos, botellas estriadas, cucharas, castañuelas, palillos, panderetas y un sin fin de instrumentos de percusión y de viento que daban ánimo y energía a la celebraciones de nuestros ancestros. Era, además, un periodo en el que la guitarra, la flauta, el tambor y el piano eran los instrumentos que más sonaban en las casas y las fiestas.

– Cuando haces tu primer disco lo haces con la guitarra. Lo titulaste RECITAL. Corría el año 1968.

(NOTA DE AGR: además de JD, en él aparecen Ismael, Almas Humildes, Luisa, Nuestro Pequeño Mundo, Manolo Díaz, Santiago Ausó, Mercedes Juste, Patxi Andión y Paco Ibáñez)

– 1968 fue el año de la revuelta estudiantil y de trabajadores en Francia durante el mes de mayo, que luego se extendió por muchos lugares de Europa, menos por España, donde todavía estaba el Tío Paco con la Rebaja… En España 1968 es el año en que se producen los primeros atentados de ETA y el triunfo del La, la, la en el Festival de Eurovisión cantada por Massiel (aunque la composición era de Juan Manuel Serrat, que no le permitieron cantarla en catalán). Año de muchas otras prohibiciones. ¿Te prohibieron alguna vez alguna de tus canciones?

– ¿Y no pudiste hacer nada?

– He comprobado que has metido las canciones de este disco prohibido en la página web de la Fundación…

– Tal vez no solo era la conjunción eta. La censura franquista prohibía en aquellos años en todos los espacios de la Cultura: música, cine, libros, teatro, artículos periodísticos… Como te tocara uno que te cogiera manía no pasabas… ¿Cuándo decides dejar de grabar y de cantar?

– ¿Está en peligro de extinción la Música Folk, La Tradición?

– Un ejemplo (le digo), tal vez, lo tenemos en ese recital que hubo en el Circo Price de Madrid –el pasado 4 de febrero–, en el que actuaron, entre otros, Fetén Fetén, Luis Delgado, La Musgaña, El Nido, Eliseo Parra, El Naán… Un éxito avalado por los 1.800 asistentes que llenaron el recinto que huele igualmente a tradición (circense), ya que su fundación se remonta a 1853, dedicándose en la actualidad a promover espectáculos y eventos de todo tipo. Creo que lo organizaron un par de promotores de música folk, que son músicos también…

– Eso quiere decir que la música tradicional está no sé si en auge, pero por lo menos resiste los vientos menos tradicionales del siglo XXI.

– Pero tú y los músicos de tu generación bebisteis directamente de la Tradición, fuisteis a buscarla en aldeas y en ancianos y ancianas que las habían escuchado a sus padres y abuelos, y las habían grabado no en magnetófono, sino en la memoria trasladada de unos y unas a otros y otras. Era la misma música tradicional que se había cantado y bailado en siglos pasados. Además, descubristeis en esas visitas sus hábitos y costumbres, cómo se vivía en esos tiempos, y exhumasteis también los instrumentos que se utilizaban como acompañamiento de esas canciones y esas músicas. Hoy (creo) se hace música folk de otra manera, con otros instrumentos, con otros acordes y ritmos. Esta generación nueva es culta también, ¿pero tiene esa sugestión por el pasado, esa emoción por ajustar sus gustos, su cultura musical del siglo XXI a unas armonías enraizadas en las fiestas populares, en las celebraciones (religiosas, paganas), de antaño?

– Las instituciones culturales (le refiero) de los organismos publicos actuales –del gobierno, comunidades, ayuntamientos– son rincones en los que se coloca, por lo general, a ministros, subsecretarios, directores generales (del libro, de cine, teatro, filmotecas) y a consejeros o concejales que aspiran a cualquier cargo o puesto menos a ser representantes de la Cultura. Son los últimos de la lista y llegan la mayoría sin motivación, sin objetivos, sin entusiasmo. En la época de Franco pasaba lo mismo (con excepciones). Esto, a mi modo de ver, perjudica un buen proyecto de Cultura desde cualquier administración (ministerial o municipal). Es verdad que hay mucha intelectualidad resabiada repartida por todas las instituciones dedicadas a gestionar proyectos y actividades relacionadas con la Cultura, aunque apenas salen de sus despachos. Pero ser gestores políticos de la Cultura de un país –en el cargo más alto de un ministerio o en el más disminuido de una concejalía– es algo que quienes llegan a ellos deberían saber que puede engrandecerles si utilizan bien los recursos de los que van a disponer y se rodean de activistas de la Cultura competentes y entusiastas. El cambio de la Dictadura a la Democracia se consiguió, en parte, por una lucha de la Cultura, revestida de deseos de libertad, contra la Inquisición cultural, donde estaban instalados quienes la prohibían, es decir, los censores. ¿Qué piensas tú? A lo mejor me equivoco…

– Para mí (le digo), la Cultura tiene dos vertientes principales: una, la del cultivo, la cultura que te hace leer, la cultura del conocimiento, de la información, la que te lleva a un concierto, a ver una película, a ver una obra de teatro, a escuchar a un conferenciante. Es una Cultura individual. Pero la Cultura es a la vez rebeldía, protesta, reivindicación, demanda. Es la Cultura compartida, acompañada de otros. Si tú te rebelas es porque te has cultivado en ese cultivo propio, lo has rumiado en tu interior, te lo has metido en tu cabeza, en tu corazón, y es lo que estalla cuando surge una injusticia, una prohibición, una exclusión. Por eso la Cultura es tan perseguida y al mismo tiempo tan despreciada o monopolizada por las dictaduras, y tan poco absorbente y, con frecuencia, rehabilitadora en las democracias. En los cambios de gobierno, los primeros que salen son los ministros o ministras de Cultura, y con ellos todos los cargos orgánicos que dependen de la institución. Así que vuelta a empezar. Al final, depende de individualidades cultas externas, de alguien que sea capaz de convencer al político de turno de lo importante de un proyecto.

Es lo que tú has hecho, respaldado por tu prestigio, y por hechos tangibles como tu música, tus rescates (salvamentos), tu museo, y el ejemplo de hacer visible a la gente la Tradición, la Cultura de un pueblo, de una comarca, de una nación en lugares concretos como este de Urueña… Al final, gracias a Dios, podemos hablar de éxitos como el tuyo o como el de Ismael y los de otros Indiana Jones, buscadores de tesoros perdidos y enterrados, que han logrado levantar museos, filmotecas, academias para guardar y exponer lo rescatado a ciudadanos que quieran contemplarlos o estudiarlos movidos por la Cultura.

Pero fíjate, Joaquín, estamos en un momento en que la Cultura se ha monetizado, se ha vuelto negocio y se vende y subasta a precios nunca antes vistos. Y ello nos lleva a que, al no estar protegida como debería estarlo, una gran parte de nuestro patrimonio cultural, lo están sacando del país y vendiéndose o subastándose fuera de España (solo los cuadros de artistas importantes tienen el socorro del derecho de alzada por parte del Ministerio de Cultura para que no salgan de España). Y eso pasa porque no existe ningún conocimiento ni control por parte de los gobiernos central o autonómicos.

Cualquiera de las piezas que hay en tu Museo o las que tiene Ismael Peña Poza en sus Casas-Museos de Cádiz (marionetas) y Navalcarnero (alfarería y otros aparejos) podían haber sido vendidas hoy en subastas dentro y fuera de España o en portales de venta como TODO COLECCIÓN y EBAY, si no hubieseis llegando antes que los que rapiñan los restos de la Cultura que va quedando. En ellos se venden piezas que han sido obtenidas de forma fraudulenta o no controladas por las instituciones públicas y privadas. En España se están perdiendo muchas cosas de valor histórico, artístico, cultural y técnico.

Un ejemplo: tras conservarse en el Cine Fuencarral de Madrid, por más de un siglo, las primeras cámaras e instrumentos que Eduardo Gimeno, padre e hijo, adquirieron a los hermanos Lumière en Lyon en 1896 para proyectar películas en los comienzos del cine en España, hace unos años las sacaron del país y se subastaron en París por una cantidad desorbitante. Se mantuvieron en España a la espera de que nuestra Filmoteca se interesara por ellas. No lo hizo y hoy las hemos perdido para siempre. Podrían haber sido el inicio de un recorrido por un Museo del Cine que todavía no se ha levantado en España y que recogiera la historia de nuestro cine.

Afortunadamente, en tu caso, este Museo y Fundación que has creado, con aires de vetustez, techumbres altas y rezumando silencio y reposo, contiene, entre otras muchas cosas, vestigios de la vida en el campo y en las aldeas de siglos pasados, instrumentos de ese mismo tiempo (flautas, zanfonas, gaitas, dulzainas, clavicordios, pianos, guitarras..), enseres de sus gentes (mobiliario, ajuares de recios paños cortados tal vez con tijeras de alfayate, trébedes, aparejos…) o documentos gráficos (de escribanía, libros, documentos, legajos, etc.), e incluso campanas de iglesias ya desaparecidas que se oyeron por los pueblos y los campos durante siglos con sonidos graves o agudos llamando a misa mayor o a rezar el Ave María, y que se han salvado gracias a tu búsqueda y perseverancia. Sin dejar de lado la música recogida en magnetofón durante tus viajes por tierras de Castilla y León o tus propias canciones y las de tus compañeros de Música Folk y Tradicional, que están en la Fonoteca de la Fundación a disposición, como has dicho, de quienes quieran escucharla y estudiarla. Yo creo que es para sentirte satisfecho y colmado por lo que has conseguido.

– Además habéis ilusionado a mucha gente.

– Un trabajo honrado, percibido y agradecido, con un enfoque de reconocimiento y valoración de lo que se hacía en el pasado para que pueda conocerse en el futuro. Y prueba de ello es el respeto y el afecto que te tiene todo el mundo de la música tradicional…

– ¿Eres creyente?

– ¿Y cuáles son esas cuatro cosas?

– Has vivido la España de la Dictadura y de la Democracia ¿Cómo ves la que vivimos en estos momentos?

– ¿Y el mundo como lo ves?

– La Inteligencia Artificial (AI), ¿te quita el sueño?

– ¿No te preocupa que salga un Joaquín Díaz AI por ahí cantando tus canciones?

– Vamos a por la última pregunta. Ya estás a punto de subir a la barca de Caronte, el barquero de la mitología griega del inframundo: ¿que te llevarías en ella si te dejaran llevarte algo?

– Se va haciendo tarde. El sol se columpia entre nubarrones espesos y oscuros que transitan por el Oeste. En Urueña, hoy, hace frío, mucho frío. Puede que nieve esta noche. Debo volver a Madrid. He pasado un día completo con este –¿cómo llamarle: cantautor, explorador de la España tradicional, rastreador de tesoros ocultos bajo la capa del tiempo en aldeas salteadas de arboledas, huertos y sotos, fundador de museos, coleccionista de papeles viejos pero que muestran su presente y el de quienes los escribieron o dibujaron, transmisor de ideas, romances y leyendas en lengua castellana, catalana, vasca, gallega, sefardí o morisca en forma de música tradicional, recogidos en álbumes que llevan nombres como Romances populares, Del cancionero tradicional, TEMAS INFANTILES, RECITAL, CANCIONES DEL CAMPO, DE LA PICARESCA TRADICIONAL, CUARESMA, SEMANA SANTA Y PASCUA, VILLANCICOS, TEMAS SEFARDÍES… que encierran títulos como los de La doncella guerrera, Isabel y Fernando, Gerineldo, el Enamorado y la Muerte, La madrugada del conde Olinos, Chipirón de la Reina, Delgadina, Arrión, La Molinera y el Corregidor, Acompaña a tu Dios, el Cántico a los Siete Dolores de la Virgen, La bravura de Don Rodrigo, La traición de Bellido Dolfos, El destierro de El Cid, A la una yo nací, Dize la nostra novia, Arvoles lloran, Avre tu puerta cerrada, Mi abuelo tenía un huerto, Estaba una pastora, Mambrú se fue a la guerra, Pajarito que cantas…, cómo llamarle?

Me quedo con Joaquín Díaz. Ahí está, ahora en persona, vivo y después en el Museo que lo inmortalizará, y en los museos individuales, en casas como la mía que los conserva como oro en paño y medicina de botica reparadora de daños de la mente y de la piel, para verlos y oírlos cuando el corazón se amarga y la vida raspa. Me despido a la puerta del Museo, de la Fundación. Un abrazo. Una comida. Un recorrido por las calles de Urueña. Y una conversación final que recogí en otro magnetofón, pero esta vez digital, ejemplo de nuestro tiempo tecnológico.

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